miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA PALABRA DEL SEÑOR

 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
 Bienaventurados los mansos ó humildes, porque ellos poseerán la tierra.
 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia o de ser justos y santos, porque ellos serán saciados.
 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
 Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios.
 Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
 Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia o por ser justos, porque de ellos es el reino de los cielos.
 Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren y os persiguieren y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros.
 Alegraos entonces y regocijaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los cielos. Del mismo modo persiguieron a los profetas que ha habido antes de vosotros.
 Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se hace insípida, ¿con qué se le volverá el sabor? para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes.
 Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte.
 Ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa.
 Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
                                                                Capitulo 5, 1-16 de S. Mateo

miércoles, 14 de noviembre de 2012

ADVIENTO 2012




   Jesús es luz del mundo y en su nacimiento un ángel del Señor, en medio de una gran luz, anunció a los pastores: “Les traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lucas 2, 1-14).


Origen: La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:
La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.
Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas: Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.